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La historia de Lalo Rodriguez con Eddie Palmieri

Ha muerto Lalo Rodriguez.

A manera de homenaje, publicamos la entrevista que le hicimos a Lalo, acerca de su ingreso y paso por la orquesta de Eddie Palmieri.

Por motivos de espacio, este texto no llegó a publicarse, por motivos de espacio en el libro EDDIE PALMIERI LA HISTORIA DEL SOL MAYOR.

Descansa en Paz, Lalo

LALO RODRÍGUEZ – El canario de Carolina.

Aunque duró menos de dos años, la asociación de Eddie Palmieri con el cantante Ubaldo “Lalo” Rodríguez fue histórica. Una apuesta arriesgada del maestro por un joven de dieciséis años que debía tomar el puesto que el experimentado Ismael Quintana había dejado. El tiempo le dio la razón a Palmieri, pues Lalo ha sido y es una de las voces más finas que se han escuchado en el Caribe, un niño prodigio que se volvió hombre en los mejores años de la salsa, el soñador y el loco que ganó fama con la “salsa erótica” después de una respetable discografía hasta la primera mitad de los 80.

Los dos discos que grabaron fueron los dos primeros Grammy de la historia de la música latina. Dos predestinados que se impusieron juntos a la todopoderosa Fania.

Rodríguez, nacido en Puerto Rico el 16 de mayo de 1958, fue mi primer entrevistado en la radio de El Salsero y esa etapa de su carrera musical fue abordada en aquella nota.

La historia de mi llegada a la orquesta de Eddie Palmieri es bien rara. Yo desde los nueve o diez años cantaba en fiestas patronales, en radio, programas de televisión y toda clase de actividades donde me llamaban. En ese tiempo era Ubaldito Rodríguez y me presentaban como “la sensación del momento”. Tengo en mi archivo alrededor de dieciséis películas, lamentablemente sin sonido, de 1968 y 1969 en las cuales tengo el honor de aparecer acompañado de Tommy Olivencia en las fiestas de Luquillo, Rafael Cortijo, la Orquesta Riverside, Los Guaracheros de Oriente.

En esa época cantaba con mi guitarra temas populares como María Isabel (“la playa estaba desierta / el mar bañaba tu piel / cantando con mi guitarra / para ti María Isabel”) Cartagenera, Preciosa, En mi viejo San Juan o Lamento borincano.

Mi primera experiencia salsera fue a los doce años, cuando ingresé a una orquesta de jovencitos que vivíamos en Carolina y en la cual yo era el menor. Durante dos años alternamos con los mejores grupos de Puerto Rico y con las bandas que llegaban de New York. En el verano de 1973 a ese grupito le tocó acompañar a Justo Betancourt en el famoso club Morocco. Era la época de los bailes de graduación de las escuelas superiores y nos tocó compartir tarima con la orquesta de Eddie Palmieri, que se encontraba de gira en Puerto Rico.

Esa noche me atreví a pedirle a Justo que me presentara a Eddie, porque sabía que ellos eran muy buenos amigos. El me llevó al lado de la barra donde departía con varios amigos, nos presentó y le dije que en el repertorio de nuestro grupo, Tempo Moderno, teníamos dos temas suyos Oigo un tumbao y Sabroso guaguancó que íbamos a tocar en su honor. Le pedí que me escuchara y que en un futuro me apoyara, si creía que tenía madera para llegar a las “ligas mayores”.

Después que tocamos los temas nos saludamos de nuevo y me felicitó. Me dijo que le había gustado mucho mi interpretación y que “en algún momento escucharía de él”.

A finales de enero de 1974, la Tempo Moderno se había disuelto y empecé a ensayar con el grupo de “Hommy” Sanz, una de las primeras orquestas de salsa que salieron en Puerto Rico junto a las de Agustín Arce, Leyo Peña, Johnny El Bravo y, por supuesto, El Gran Combo. Por ese entonces a mí me decían “Lolo” y recuerdo que al terminar el segundo ensayo, Julio Mata (pianista de la orquesta y a quien le decían “El Indio”) me dijo que Palmieri estaba en Puerto Rico buscando un nuevo cantante porque Ismael Quintana había firmado con Fania. Eddie tenía que empezar la grabación de un disco para un nuevo sello musical, Coco Records, y necesitaba reemplazarlo.

Julio le había dicho a Palmieri: “mira, yo conozco a un muchacho que canta muy bien y sabe tocar guitarra. Su nombre es Lolo”. Eddie le dijo que me presentara al día siguiente, creo que fue un martes a las dos de la tarde, en el hotel Americana, que quedaba en el sector de Isla Verde, cerca de la playa de Piñones. Cuando llegué al lobby del hotel, Eddie me ve con la guitarra y me pregunta:

“¿Tú eres Lolo?”

“Sí”

“Ah, es porque estoy esperando a otro muchacho, a Ubaldo”

“Pero yo soy Ubaldo”

Eddie se echó a reír y me dijo: “¿pero tú no eres Lolo?”. Ahí le expliqué que mi nombre verdadero era Ubaldo, pero que todos mis amigos me decían Lolo. Lo que había pasado es que Justo Betancourt le había hablado de aquel muchachito que cantó aquella vez con la Tempo Moderno, pero me conocía más como Ubaldo. Justo le había recomendado a Ubaldo y Julio le había recomendado a Lolo. Palmieri no se acordaba de mí y no sabía que se trataba de la misma persona.

Cuando el asunto se aclaró, lo acompañé al Golden Beach, un hotel que quedaba al lado y nos fuimos al piano bar. Ahí Eddie se sentó y me dijo: “cántame esta frase: yo vivo en el monte y no quiero saber más de ti”, acompañándome en el piano.

Seguí cantando: 

“me hiciste sufrir y me estoy alejando de ti. Te di mi corazón…”

“Suficiente. Cántame ahora esto otro: que yo contigo nunca quisiera tener problemas con nuestro amor”

Se lo canté también y quedó complacido. En ese momento no sabía, pero después entendí, que estaba midiendo si los tonos de los arreglos de esas canciones, que ya estaban hechos para Ismael Quintana, estaban bien para mi voz. A él le gusto y entonces nos fuimos al apartamento 7C del Condominio Balmolar de la Calle del Parque. Ahí vivía el pianista cubano René Hernández, que había sido director musical de Tito Rodríguez, además de tocar con Machito y todos los grandes de esa época, y que había hecho los arreglos para el disco nuevo.

Eddie le dijo a René: “te traigo a este muchachito para que tú lo escuches y me digas” Cogí la guitarra y recuerdo que le canté tres canciones: Delirio, Desilusión (un bolero que después grabé con Machito) y Deseo salvaje. Mientras cantaba, podía ver que ambos se miraban y reían, como que “viajaban” con lo que yo estaba haciendo.

Cuando iba a empezar la cuarta canción, Eddie me dijo: “no cantes más, estás en mi orquesta”. Entonces se sentó en un piano acústico que había en el apartamento y volvimos a tocar las dos canciones que habíamos probado en el hotel (Nada de ti y Nunca contigo) para que René me escuchara y confirmara que los arreglos que había hecho para Quintana yo los podía cantar.

Terminada la reunión, me llevó a casa y habló con mi papá. Anotó mi dirección y mi teléfono y se regresó a New York. Era febrero de 1974. Lo primero que hice fue comprar todos sus discos para estudiarlos y conocer el estilo de la orquesta; para escuchar cómo cantaba Ismael Quintana y estar preparado para el momento de grabar el LP. También compré discos de Beny Moré y de Fernando Álvarez.

Casi tres meses después, Palmieri me llamó y viajé a New York con mi padre don José para grabar The sun of latin music, donde está mi composición Deseo salvaje, escrita cuando tenía catorce años y que fue el último arreglo que se hizo para el álbum.

En agosto regresamos a Puerto Rico y al poco tiempo el disco salió a la venta. A Eddie lo contrataron para una gira en California. El público nos veneraba y fue tal la aceptación que, con un grupo de músicos de la orquesta, decidimos quedarnos en San Francisco. Luego empecé a grabar mi segundo disco con Palmieri.

También quedé muy afectado cuando Coco sacó Unfinished masterpiece a la calle, porque ese disco era meramente un ensayo, una “guía” vocalmente hablando. Las tres pistas grabadas (Kinkamaché, Resemblance y Oyelo que te conviene) no habían quedado al gusto de Eddie, quien decidió meterse al estudio otra vez.

Ahí fue que surgió el problema con el productor Harvey Averne, quien se arriesgó y sacó el LP por su cuenta, completándolo con Un puesto vacante que había quedado sin publicarse en el disco anterior y dos temas más. 

Un puesto vacante se había compuesto especialmente para el percusionista Manny Oquendo, quien estaba en tratativas para regresar después de haber sido parte, en los 60, de La Perfecta. Era un número de recibimiento. La parte que yo canto “Óiganlo, óiganlo…óiganme cantar”, originalmente decía “Oquendo, Oquendo… suena tu timbal” y ahí iba un solo de Manny. Sin embargo, por diferencias personales, Oquendo decidió no grabar en The sun of latin music por lo que el tema finalmente no fue incluido.

En resumen, habíamos hecho un tremendo trabajo para el primer disco y no merecíamos que el segundo terminara así. Aunque Unfinished masterpiece también se ganó un Grammy, lo que salió al mercado no iba a ser la versión final.

Debido a ese contratiempo, Eddie hizo una pausa en su carrera. Yo grabé con Machito y regresé a Puerto Rico para grabar con Tommy Olivencia. Aunque mi estadía con Palmieri no fue muy larga, fue una experiencia inolvidable porque los dos discos que hicimos ganaron el premio Grammy y eso quedó en la historia.

Source: radioelsalsero.com